lunes, 3 de septiembre de 2012

Por respeto a mis principios

La crisis, para este tema de las adicciones, empezó en España hace mas años que la burbuja inmobiliaria o el desastre bancario. Para mi que todo empezó el día que decidimos, mejor dicho, decidieron; que este mal que aqueja a tanta gente era algo con lo que había que vivir.
Había que vivir con ello porque muchos responsables políticos se dieron cuenta de que no se trataba sólo de pelear con gente claramente identificables como malos, me refiero a los narcos, camellos, trapicheros... etc. Se dieron cuenta de que había que pelear con las multinacionales del alcohol, del juego y de la manipulación informativa. Se dieron cuenta además de que la adicción era siempre mala para quien la padece, pero no siempre es mala para los que ostentan el poder.
Dejan casi inservibles a muchas personas, pero también permite manipular, idiotizar, distraer, a los cuidadanos.
Todo los expertos llegamos al final a la conclusión de que una epidemia así se puede parchear con la lucha abierta contra ciertas sustancias o conductas, pero por ese camino nunca se acaba o reduce sustancialmente el problema. La solución es EDUCAR y hacer que los ciudadanos, desde su mas tierna infancia, crezcan en la necesidad y con los medios adecuado para conformarse un estilo de vida saludable, libre, crítico y eficaz.
Debieron llegar a la conclusión que muertos no, pero si mejor adormilados que despiertos al 100%.
Ese día, se empezaron a hacer correr ideas como que la adicción (por drogas o conductas) era un mal con el que teníamos que acostumbrarnos a vivir, que se trataba de una enfermedad crónica (algo así como incurable) y, sobre todo, que ciertas políticas eran inaplicables. Me refiero a cuestiones como la publicidad de las bebidas alcohólicas, de los juegos de azar, del consumismo desmedido, de los medicamentos sin recetas, etc., etc.
Parecía ser que corregir esto supondría una catástrofe económica de dimensiones apocalípticas y ni siquiera ver que en cuanto al tabaco se iba ganando la batalla sin tantos daños colaterales, sirvió de nada.
El siguiente paso, como era de esperar, fue dejar de apoyar a los programas que realmente iban en la dirección adecuada o cuanto menos a dotarlos cada dia con medios más raquíticos.
Desde hace años, la iniciativa social solidaria en esta materia (dicho sea de paso conformada mayoritariamente por voluntariado) fue equiparada a empresas. Hoy en día si una asociación, federación o fundación de este sector, tiene una mínima subvención, se les exige la misma complejidad administrativa que una multinacional de cualquier otro otro sector productivo que recibes millonarias subvenciones gubernamentales para ganar mas millones aún.
En definitiva, primero vino reducir la importancia del problema, después los medios y finalmente se ahogo a quienes trataban de seguir trabajando en un mar de burocracia, impuesto, reglas, ...., todo lo contrario de lo que debe hacerse con la auténtica iniciativa solidaria de los ciudadanos de a pié; potenciarla.
Desgraciadamente muchos, por no decir casi todos, caímos en la trampa y creyendo que solo se trataba de hacerlo mejor acabamos siendo inoperante, asumiendo riesgos económicos importantes para economías precarias y en definitiva... "moribundeando de éxito".
Hoy en día, el tejido solidario verdadero en materia de adicciones en este país esta practicamente desarbolado. Si exceptuamos alguna "multinacional del sector" que también las hay, los ciudadanos de a pié preocupados por este tema y dispuestos a poner su granito de arena, ya no plantamos batalla contra la adicción si no por la supervivencia de algún que otro proyecto que permita seguir siendo solidarios con los que sufren este trastorno.
Como responsable desde hace muchos años de diferentes entidades solidarias en materia de drogodependencias y adicciones, confieso que miro atrás y admito que cegados por que podíamos prestar ayuda a otros (nuestro único objetivo) nos dejamos meter en un mundo administrativo y politizado del que cuando hemos querido salir, ya no había más que una salida, retirarse y, lo que es peor, dejar en la estacada a tanta gente que confió en nosotros.
Lo último con que nos han rematado ha sido esta crisis, pero claro, estábamos en crisis mucho antes de que los bancos dejaran de ganar de dinero, cuando  muchos políticos dejaran de malgastar (o de robar abiertamente) y todos (al parecer), todos menos nosotros, vivieran (según dicen) por encima de sus posibilidades.
La entidad que presido,  no se ni por cuanto tiempo necesitará ser presidida, perdió en términos relativos en los últimos 8 años más de 50% de sus recursos económicos públicos que nunca fueron excesivos. Esto, no sería noticiable si fuera lo que nos ha ocurrido a nosotros, lo noticiable es que ha sido generalizado.
Planes contables, auditorías, gestiones administrativas interminables, cumplimientos de mil y una norma, adelanto de los recursos económicos con el aval de los propios voluntarios para subsistir cuando la Administración se ha retrasado hasta más de una año en pagar, planes de riesgos laborales hasta cuando se tenía un trabajador o dos (además mal remunerando), protección de datos, certificados de calidad, esfuerzos fiscales iguales a los que realizan actividades de lucro...., todo ellos nos dejó sin tiempo ni posibilidades de realizar la auténtica labor que deseábamos y por la que estábamos aquí.
En aras de controlar la miesria (mientras se descontrolaba la opulenica) se trasformo a la gente con voluntad de ayudar en piezas de una maquinaria burocratica infernal. Precisamente cuando la albor de los gobiernos debía ser apoya, incentvar y potenciar la inciativa solidaria de los ciudadanos que es lo que en definitiva hace a una sociedad realmente humana.
No nos han matado, simplemente nos han dejado morir y nos siguen dejando.
Lo peor no es que estemos desapareciendo y no podamos realizar una acción solidaria que muchos de nosotros necesitamos hacer para sentirnos realizados, el problema es que gran parte de la labor que se necesita hacer en este sector no puede ser sustituida por la Administración ni por la iniciativa empresarial privada. Primero porque choca con la propia idiosincrasia de estos entes, y en segundo lugar, porque el trabajo que se hace por voluntad y desde el corazón no se puede suplantar al cien por cien, por el de la obligación y la fría técnica.
Se requiere aquí mucho más ejemplaridad que otra cosa, más vocación que alta preparación,  más disponibilidad que las horas regladas laboralmente y sin duda alguna, mas amor hacia los demás.
Nuestra entidad, la Fundación Fulgencio Benitez, está tan condenada como cualquier otra  a desaparecer si algo no remedia.
A todos los que durante más de una década nos hemos dedicado a luchar desde ella nos va a costar asumir que tal situación se produzca, pero lo peor es ¿a cuántan gente dejaremos de prestarle ayuda cuando no tengamos la organización y los medios para dar hacerles llegar nuestras respuestas?.
Nuestra única esperanza, la mía y la de muchos de mis compañeros y compañeras que han hecho cuanto ha estado a su alcance por prestar ayuda desde esta entidad, es que cada uno individualmente, no va renegar de su espíritu de ayuda; que vamos a seguir aunque sea desde la pequeñez de nuestra individualidad, tendiendo la mano a quien nos encuentre o a quienes nos encontremos, día a día, minuto a minuto, porque no sabemos ser de otra forma y porque podemos comprobar cada día que este problema de las adicciones no se reduce, si no todo lo contrario, cada día atrapa a más personas. Quizás lo haga con más sutileza, por supuesto con mas condescendencia por parte de quienes tienen que vigilar la salud pública, pero no por ello con resultados menos duro.
Para terminar, desde ésta Fundación o desde mi ámbito puramente personal, a cuantos leáis estas líneas, haceros saber que mi mano estará tendida para quien la necesite, cuando lo necesite y hasta que mis fuerzas me lo permitan.
Un día, alguien que no conocía de nada, me tendió una mano que salvo mi vida e hizo de mi lo que hoy soy, persona. Aunque solo fuera por respeto a esa persona que jamás me pidió nada a cambio por su inestimable ayuda y por respeto a mi mismo, como adicto rehabilitado y como profesional en esta materia;  aquí estaré mientras pueda ser útil a cualquiera.